La localidad castellonense de Peñíscola es uno de los lugares con mayor riqueza de calas y
playas de la costa levantina. Su litoral conserva la esencia del Mediterráneo al poseer un agua limpia, cálida y tranquila que se adapta a diferentes gustos, puesto que Peñíscola ofrece tanto playas kilométricas concurridas como rincones aislados más relajados.
La playa más conocida de este municipio es la Playa del Norte. Cada año, este lugar recibe la visita de numerosos bañistas que acuden a disfrutar tanto de sus servicios como de sus
inmejorables vistas. Desde esta playa, se puede ver el bastión defensivo del Castillo del Papa Luna, lo que hace todavía más espectacular este entorno idílico. La Playa del Norte, formada por cinco kilómetros de arena fina, se caracteriza por el excelente cuidado y la calidad de sus aguas. Además, los amantes de los deportes acuáticos, pueden disfrutar de deporte de vela, canoas, patines acuáticos o motos de agua.
Al pie de las murallas y junto al puerto pesquero, se encuentra la Playa del Sur. Este lugar, de 300 metros de longitud, también se caracteriza por las increíbles vistas al Castillo. Los
visitantes pueden practicar vela ligera, submarinismo, windsurf o piragüismo con las distintas empresas relacionadas con deportes náuticos asociados.
La playa del Pebret y la del Russo se encuentran junto al cuartel de carabineros que hasta
mediados del siglo XX se encargaba de controlar el tráfico de mercancías. En estas playas se pueden observar plantas como el lirio marino y la lechetrezna de mar, así como un elevado número de especies animales, muchos de ellos endémicos, como algunos escarabajos o caracoles.
Para los que prefieran entornos más tranquilos, la playa Irta es el sitio ideal. Localizada en
plena Sierra de Irta, este lugar de tan solo treinta metros de longitud contiene una bella zona arbórea que recuerdan a una playa paradisíaca. Asimismo, la cala Badum se caracteriza por su difícil acceso, lo que la convierte también en un lugar relajado y poco concurrido para disfrutar de la paz del Parque Natural de la Sierra de Irta. Esta cala se encuentra a los pies del acantilado que lleva el mismo nombre, Badum.
La cala de l’Aljub, que solo permite su accedo a pie o en bicicleta, también es un donde reina la calma. Tiene una belleza paisajística inigualable y su superficie está plagada de guijarros y rocas. Por otro lado, se encuentra la cala del Moro, de fácil acceso y de gravilla. En plena temporada estival no suele tener mucha afluencia, por lo que permite disfrutar tanto de la intimidad como de las espectaculares vistas de las murallas de Peñíscola.
Estas son algunas de las joyas litorales que se pueden encontrar en esta localidad que se baña en el Mediterráneo. Playas y lugares recónditos que permiten disfrutar del verano
refrescándose en entornos idílicos de gran calidad adaptados a las preferencias de cada uno.