Todo comenzó en el año 1945. Era el último miércoles de agosto y unos jóvenes decidieron hacerse hueco en un desfile con músicos, gigantes y cabezudos que estaba teniendo lugar en la plaza del Pueblo de Buñol. Su ímpetu provocó la caída de uno de los participantes, que preso de la ira, golpeó todo lo que se encontraba a su paso.
La multitud que disfrutaba del espectáculo enfureció y comenzó a lanzarse los tomates de un puesto de verduras que se encontraba cerca. En ese justo momento, sin saberlo, el pueblo de este municipio valenciano empezó a hacer historia. Al año siguiente, los mismos jóvenes repitieron el altercado el mismo día de forma voluntaria, llevando los tomates de sus casas.
No fue hasta 1959 cuando esta fiesta fue considerada oficial. A principios de los años 50 fue prohibida y, gracias a la voluntad del pueblo, volvió a permitirse. En 1957 fue cancelada de nuevo y, en señal de protesta, se celebró una manifestación en la que los vecinos llevaban un ataúd con un gran tomate dentro, lo que se conoció como el entierro del tomate. Esta marcha estuvo acompañada por la banda de música, que interpretó temas fúnebres. El éxito fue tal que se consiguió hacer que esta fiesta fuera finalmente oficial.
El próximo miércoles 29 de agosto, el mundo tiene una nueva cita con Buñol. Cada año, son muchos los que se atreven a disfrutar de este espectáculo teñido de rojo, que consiguió ser declarado en 2002 Fiesta de Interés Turístico Internacional. A las 11:00, después del “palo jabón”, que consiste en subir un a poste engrasado con un jamón en la parte superior, comienza la batalla de tomates, donde la puntería se convierte en la mejor arma para divertirse.
Los asistentes, vestidos de blanco para que resalte el color de la hortaliza, están una hora lanzándose más de 150 toneladas de tomates que llegan en grandes camiones agrícolas de la localidad, los cuales no son aptos para el consumo humano. El resultado final convierte a la plaza de Buñol en un escenario muy pintoresco.
Es un hecho que esta fiesta traspasa fronteras. La Tomatina de Buñol ha supuesto que otros países importen esta idea y tengan su propia batalla de tomates, como es caso de la localidad colombiana de Sutamarchán y de Guangdong en China. Cada vez son más las personas que no quieren perderse esta guerra tan popular donde la diversión está más que asegurada.