Pocas familias despiertan tanto interés, tanta atención, tanta fascinación, como la de los Borgia, una casa de origen aragonés que se instaló en el interior de Valencia y que acabó siendo protagonista de la segunda mitad del siglo XV desde Roma (Italia), entonces el centro político más importante de Europa.
Intrigas palaciegas, relaciones de poder, conspiraciones, batallas, sexo… Mezcla de ficción y realidad, en torno a los Borgia creció una «leyenda negra» que contribuyó a expandir su popularidad por todo el globo, ya con su apellido italianizado (el original era Borja). Una fama que llega hasta los días de hoy gracias a series y películas que la sitúan en el centro de su trama.
La considerada por algunos como la familia valenciana más universal de la historia logró «colocar» a dos de sus miembros como papas pese a no ser italianos, jefes de una Iglesia católica entonces poderosísima: Alfonso de Borgia, quien «reinó» en la Curia romana entre 1455 y 1458 bajo el nombre de Calixto III, y su sobrino Rodrigo, quien hizo lo propio como Alejandro VI de 1492 a 1503.
Para intentar capitalizar ese interés en esta familia, la provincia de Valencia cuenta con una ruta que recorre sus pasos por los municipios marcados por su presencia. El triángulo que conforman Valencia, Xàtiva y Gandia alberga este recorrido
Arte, paisaje, historia, cultura y gastronomía se dan de la mano para atraer a un turista al que se quiere demostrar que la zona tiene algo más que playas para mostrar.
El gran ducado de Gandia
El legado de los Borgia tiene su epicentro en Gandia, donde la familia refundó el gran ducado. En la Universidad, por ejemplo, se pueden encontrar esculturas que representan a los papas Calixto III y Alejandro VI, pero también a otros miembros ilustres de esta estirpe, como César y Lucrecia o San Francisco.
En el palacio ducal, construido siglo y medio antes de la llegada de los Borgia a la ciudad, nacieron la mayoría de los duques y sus descendientes. También merece una visita el hospital de Sant Marc, el convento de Santa Clara -donde descansa una colección artística donada por la familia- y el de Sant Roc, hoy reconvertido en centro cultural.
La herencia de la familia se extiende al cercano municipio de Alfahuir, donde se encuentra el Monasterio de San Jerónimo de Cotalba, que contó con su protección -se dice que fue la duquesa María Enríquez su mayor valedora- y fue destino de la corte del Ducado de Gandía como centro espiritual.
La ruta continúa en Castelló de Rugat, donde se conservan los restos del Palacio Ducal de los Borgia, que adquirieron el edificio en el siglo XV y lo utilizaron como residencia estival.
En Albaida, la conexión con la familia se produce a través del sobrino de Calixto III, Juan Luis del Milá, quien tras ser vicario papal en Roma encargó la construcción de un palacio fortificado en la plaza Mayor que aún hoy es uno de los monumentos más emblemáticos de la localidad.
Las huellas de los Borgia son visibles igualmente en la localidad de Canals. De hecho, la leyenda dice que el Papa Calixto III nació en su Torre, justo enfrente del Oratorio de los Borgia.
El recorrido no deja de lado el pequeño pueblo de Vallés, donde es visita obligatoria el Palacio de los Sanz.
En las cercanías también se encuentra Xàtiva, capital de la comarca de La Costera y lugar que vio nacer al papa Alejandro VI, quien fue bautizado en su Iglesia de San Pedro. Presente «físicamente» está la familia en otra iglesia, la de la Colegiata, ya que allí se encuentran enterrados varios de sus miembros. En su interior el visitante puede también contemplar el retablo del cardenal Alfonso de Borgia y un cáliz de plata grabado con el nombre de Calixto III, entre otros enseres.
Hacia la costa
El siguiente paso en esta ruta es dejar el interior de Valencia y aproximarse hasta la costa para hacer parada obligatoria en Simat de la Valldigna. En su monasterio -que llegó a ser fortificado en el siglo XVI por las guerras de las Germanías, las continuas revueltas moriscas y el ataque de los piratas argelinos- fueron abades Rodrigo de Borgia y su hijo César.
La fuente de los tritones, el claustro del silencio o el palacio del Abad son sólo algunas de las partes en que se divide el recinto, una auténtica joya.
El camino por los vestigios de los Borgia dirige los pasos del visitante hasta Llombai. Además de la iglesia de la Santa Cruz, el municipio todavía hoy celebra un mercado medieval que lleva su nombre y que ya se ha convertido en uno de los mayores atractivos turísticos del año. Durante esta cita se recrea cómo era la vida en aquella época, con puestos de comida, espectáculos de teatro, danza o cetrería.
El Parlamento valenciano, legado de los Borgia
El recorrido llega hasta la luminosa Valencia, donde las huellas de los Borgia se mantienen seis siglos más tarde. Por ejemplo, la Capilla de San Pedro que se encuentra en el interior de la catedral de la ciudad fue encargada por Calixto III, mientras que su sobrino, el Papa Alejandro VI, encargó unos frescos a Paolo da Sanleocadio para este mismo lugar, que a la postre se convirtieron en la entrada de la pintura renacentista italiana en España.
Lienzos de Goya dedicados a otro de sus descendientes, Francisco de Borgia, son otro de los tesoros de esta misma capilla. Pero también la Universidad de Valencia -una de las más antiguas y prestigiosas del país- guarda relación con esta familia, ya que fue fundada gracias a una bula papal emitida por Alejandro VI.
No obstante, su gran legado en la capital del Túria es, sin duda, el Palacio de los Borgia, erigido por el hijo de Alejandro VI y que hoy es sede de las Cortes Valencianas, nombre que recibe el parlamento autonómico.
Riqueza gastronómica
El sabor a medievo que desprende esta ruta quiere hacerse realidad en el paladar de quienes la recorren, para lo que se incluyen algunos platos típicos cuyos orígenes se remontan a aquella época.
Desde la «sang i ceba» (sangre encebollada), pasando por el arroz al horno o con «fesols i naps» (habichuela y nabos), sin olvidar los ducles de calabaza -de raíces árabes y muy presente en las mesas borgianas- o los pastelillos de boniato. Todos ellos platos clave de la gastronomía valenciana pese a ser poco conocidos fuera de sus «fronteras», y que ponen el mejor broche posible a un recorrido por el ingente legado de los Borgia en la zona.