6 curiosidades de los barrios de València que deberías contar a tus hijos

Los niños han tomado las calles de València. Todavía no pueden recuperar la vida de parques, partidos de fútbol, columpios y amigos de antes, pero para todos ha sido una gran alegría volver a sentir el aire en la cara y poder correr más allá del recorrido del pasillo de casa, sentir la libertad de rodar en patinete o ver que la gente sigue ahí, deseando vivir la ciudad.

Tras la novedad del primer día, puede que algunos no vean la gracia a volver a salir de la mano de los papás simplemente a pasear, así que nos hemos puesto a investigar para contarte las mejores historietas y curiosidades de cada barrio para que puedas entretenerles en tu salida diaria. De paso, inmortaliza el momento con los mejores selfies de tu zona y mándaselos a los yayos o a quien quieras para que nadie se olvide de ¡lo bonita que es València!

  1. Secretos a voces en el Museu de les Ciències

¿Vives cerca de la Ciutat de les Arts i les Ciències? Sorpréndele a tu hijo y enséñale cómo funcionan las ondas de sonido. Acércate a los arcos de las entradas del Museu de les Ciències, colocaos cada uno en un extremo y hablad. A pesar de que hay cerca de 50 metros de distancia, ¡os escucharéis perfectamente sin que nadie se entere de lo que os contáis! Si caminas hacia el Hemisfèric, te encontrarás con el selfie más codiciado de estos días: el de las letras gigantes de València, ¡no os váis a poder resistir!

  1. Un río sin agua en el Jardín del Turia

A nuestros visitantes los volvemos locos cuando les damos indicaciones sobre cómo llegar a algún atractivo turístico. Que si al otro lado del río, que si cruzando el río encontrarás…. Seguimos llamando río a lo que ya no es y ellos buscan el agua donde ya no la hay. La mejor historia para contar a tus hijos si paseas por el Jardín del Turia, es la de cómo se decidió cambiarlo hasta convertirlo en un auténtico pulmón verde de la ciudad. Y es que, tras las inundaciones de 1957, se decidió desviar el río hacia el sur de la ciudad. Pero quedaba el trabajo de qué hacer con unos terrenos que se quedaban desiertos. Una de las propuestas fue construir una autopista de 12 pistas que cruzara la ciudad, un proyecto que se puede ver en el Museo de Historia de València. Afortunadamente, la presión vecinal hizo que esta idea se abandonara en pro de convertir el antiguo cauce en una zona ajardinada que comenzaría a desarrollarse en los años 80, con la intervención del arquitecto Ricardo Bofill en el primero de los tramos que se ejecutaron, junto al Palau de la Música. Trata de que tus hijos adivinen la longitud total de nuestro “río”. Y tú, ¿sabes cuánto mide? La respuesta está al final de este post.

  1. Las flores que dieron nombre a la Playa de la Malvarrosa

Si tu paseo es por los Poblados Marítimos, tienes mucha suerte de vivir ¡junto a la playa! ¿Te has preguntado alguna vez de dónde viene el nombre de la de la Malvarrosa? Pues la historia se remonta a 1856, cuando el Cabanyal era una zona de marjal, ¿te lo imaginas? El botánico francés Jean Felix Robillard Closier, que por entonces colaboraba en nuestro espectacular Jardín Botánico, transformó un área pantanosa en fértiles huertos de las flores conocidas popularmente como malvarrosas (alcea rosea), utilizándolas para crear aceites esenciales en una fábrica que instaló muy cerca de los campos.

  1. Otra epidemia que se curó desde el Ensanche

Lo sentimos, pero nos toca seguir hablando de epidemias. Esta vez, la del cólera que afectó a la provincia de València en la segunda mitad del siglo XIX. Fue uno de los brotes que solían llegar hasta la península a través de los marineros que atracaban desde otros países en los puertos españoles. Por entonces, y hablamos de 1885, el médico catalán Jaime Ferrán investigaba la curación del cólera con grandes avances, por lo que fue llamado a València por las autoridades locales para tratar de mitigar el contagio de la enfermedad.  Se instaló en una vivienda del Ensanche para seguir avanzando en sus investigaciones. Y fue allí, en una cocina habilitada como un rudimentario laboratorio, donde descubrió la vacuna contra la enfermedad. Así que, si paseas por el barrio del Ensanche, llega hasta el número 22 de la calle Pascual y Genís. En la fachada encontrarás una placa esculpida con el busto del médico Jaime Ferrán, la excusa perfecta para preguntarle a tus hijos: ¿sabes por qué se hizo famoso este señor?

  1. Un regalo en forma de dama azul

Paseantes de la zona del Palacio de Congresos, Benicalap, Campanar y Sant Pau. A menos de un kilómetro de casa tenéis el regalo más grande que probablemente hayáis visto jamás. Maticemos, un regalo a la ciudad de València gracias al mecenazgo de algunas empresas privadas y a la mano del artista Manolo Valdés. Se trata de la escultura de 18 metros de altura inspirada en la Dama de Elche, una figura íbera de piedra caliza que hoy se custodia en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. La de aquí, conocida como Dama Ibérica, está formada por 22.000 miniaturas de apenas 20 centímetros de la escultura que se ve y se encuentra en la rotonda de la Avenida de Cortes Valencianas desde 2007.

Otra de las obras de Valdés se puede contemplar en la Marina de València, pues allí se exhibe la escultura La Pamela, una cabeza femenina enorme que se protege del sol mediterráneo cubriéndose con una pamela. Esta elegante dama llegó hasta el lado más marinero de la ciudad de la mano de la Fundación Hortensia Herrero y forma parte de una serie de bustos gigantes inspirados en Henri Matisse a las que Valdés añadió objetos cotidianos.

  1. Las mil y una historias del centro

A la hora de pasear por el centro histórico, lo tienes fácil para entretener a los niños. Puede que tengas historietas ¡para lo que queda de confinamiento! Una de las leyendas más conocidas de València es la del dragón del Patriarca. Al parecer existía un caimán en la huerta valenciana que tenía atemorizados a sus habitantes. Nadie había podido con él, pero un preso pidió su libertad a cambio de terminar con el animal. Discurrió un traje de espejos, se armó con una lanza, fue en su búsqueda y el animal, al verse reflejado en los espejos y creer ver monstruos, se espantó, se mareó y el reo consiguió matarlo. No podréis verlo ahora, pero será una excursión ideal con los niños para cuando puedan volver a abrir los monumentos de la ciudad.

Vamos a terminar nuestro paseo con la Casa de los Gatos, una casita en miniatura en el número 9 de la calle Museo. Fíjate bien de cerca: las cortinas de las ventanas, la entrada principal, la fuente junto a la puerta… no faltan detalles! Hasta la inscripción de su autor, en memoria de la entrada del Cid en la ciudad en 1904, tras un largo asedio en el que quedaron “cuatro gatos” en el actual Barrio del Carmen. Y una curiosidad más. Mirando de frente la casa, verás un azulejo con la señal de hasta dónde llegó la última riada en la ciudad, la de 1957. Así que puedes continuar el paseo con la historia de la transformación del cauce del Turia que te hemos contado más arriba.

  1. La regla de los cuatro unos

En cualquiera de tus paseos por la ciudad, recuerda la regla de los cuatro unos: una hora, una vez al día, un adulto y un kilómetro de tu domicilio. Sé responsable, superar esta crisis y recuperar el disfrute de València es cosa de todos.

PD: El Jardín del Turia tiene una longitud de 9 kilómetros. ¿Acertaste?

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