Vista desde fuera, llegando a ella por cualquiera de sus accesos – actualísimo empeño municipal y reto importante para este momento -, la ciudad de Castellón de la Plana presenta un aspecto en el que apenas se adivinan los trazos del recinto amurallado que, delimitado y levantado un siglo después de su fundación, fue desbordado pronto por los arrabales que crecían en su exterior.
Sus playas azules
La playa del Pinar, muy frecuentada tanto por turistas como por lugareños, cuenta aproximadamente dos kilómetros de extensión de arena fina y dorada y con un agua limpia y calmada. Su nombre proviene de un bello pinar que había antes en la zona, convertido ahora en un club municipal de golf muy equipado. Esta playa urbana, situada muy próxima al Grao de Castellón y al planetario, se ha convertido en una de las más concurridas, atractivas y valoradas por los visitantes.
A continuación, se encuentra la playa del Gurugú, que llega hasta la desembocadura del Río Seco. Esta playa es extensa y amplia y cuenta con numerosos servicios para disfrutar del sol y el mar con todo tipo de comodidad. En la arena se pueden encontrar diversas instalaciones para practicar deporte al aire libre, así como parques para que los niños jueguen.
Finalmente, en Castellón de la Plana también está la playa del Serradal, que discurre entre la desembocadura del Río Seco y el límite con el término municipal de Benicàssim. Esta playa se diferencia de las demás gracias a la existencia de una zona de protección dunar, donde se ha desarrollado una vegetación que convive con el Chorlitejo Patinegro. En 1990, fue puesto en marcha El Plan de Regeneración Dunar, que ha dado como resultado la existencia de pequeñas dunas móviles y semifijas.
Su arrocito de Castellón
Durante el mes de agosto varios restaurantes del Grao de Castellón ofrecen menús basados en el Arrocito de Castellón. Este arroz está elaborado con ingredientes de la provincia de Castellón y cuenta con alcachofa de Benicarló, sepionet de punxa, aceite de oliva virgen extra, ajos, tomates, langostino de Vinaròs y arroz valenciano J. Sendra.
Los menús están compuestos por un aperitivo de bienvenida, dos entrantes, un plato de Arrocito de Castelló y un postre. El precio del menú oscila entre los 25 y los 30 euros, bodega a parte y participan los restaurantes Nou Escull, La Ballena, Casa Lola, Casa Juanito, El Rincón de Ortega, Brisamar, La Trocha, Casa Santiago, Golf Azahar y La Ola.
Sus parques y monumentos
Castellón alberga entre sus parques y paseos un mundo del que enamorarse. El Parque Ribalta, convertido en el pulmón verde en el centro de la localidad, es un lugar entrañable donde disfrutar con toda la familia. Muy cerca podemos ver La Farola uno de los monumentos del Modernismo. Así como los monumentos del Km 0 de Castellón en la Plaza Mayor y sus alrededores: El Fadrí, símbolo y orgullo de la ciudad, la Plaza de Santa Clara, el Casino Antiguo, el edificio de Correos y la Cocatedral.
La fiesta de la luz, la Magdalena
En sus Fiestas de la Magdalena no homenajea a su patrona sino que conmemora sus orígenes, cuando en 1252 se realizó el traslado de la ciudad desde el cerro del mismo nombre hasta la planicie, junto al mar. Del 23 al 31 de marzo, el visitante podrá disfrutar de nueve intensos días con más de 250 actos, entre ellos el Pregón, la Desfilada de Gaiates, la Ofrenda a la Virgen del Lledó y, sobre todo, la Romeria de les Canyes. La oferta promocional del recién estrenado AVE Madrid-Castellón, hasta el término de las fiestas, es una buena oportunidad para sentir la más pura esencia castellonense.
Castellón de la Plana ya está preparada para su gran evento festivo anual, declarado de Interés Turístico Internacional: las Fiestas de la Magdalena. En Castellón no se rinde homenaje a su patrona, la Virgen del Lledó, sino a un acontecimiento: la fundación de la ciudad en el siglo XIII. Gracias a un edicto del rey Jaime I, se autorizó su traslado desde su originario asentamiento, en lo alto del cerro del Castell Vell, donde está también la ermita de la Magdalena, al más fértil llano, acariciado por el Mediterráneo.
Otra particularidad de estas fiestas es que no tienen una fecha fija en el calendario ya que la tradición castellonense indica que ese traslado se efectó durante la noche del sábado y domingo terceros de Cuaresma, en el año 1252, de ahí que puedan celebrarse en febrero, marzo (como este año) o abril.