Peñíscola de cine, Peñíscola, destino familiar, Peñíscola y la historia, Peñíscola gastronómica. Peñíscola, un caleidoscopio infinito de emociones y sensaciones. Peñíscola, con un patrimonio natural y arquitectónico singular, es una ciudad de excepción para todo tipo de acciones audiovisuales. Su ubicación estratégica, su perfil inconfundible, con la silueta de su castillo, la ha convertido en escenario privilegiado para producciones tanto televisivas como cinematográficas.
Y es que este fantástico plató natural ha cautivado ya desde principios del siglo XX, en 1913, con el rodaje de Ana Cadova, cuando comienza la conexión entre el séptimo arte y esta ciudad. Peñíscola de Cine, es una de las muchas rutas que propone al visitante y que aúna los enclaves más representativos de la ciudad plató. De hecho, en la edición de la Feria Internacional de Turismo (FITUR) del 2020, este es uno de los múltiples atractivos que ofertará la localidad castellonense.
Pero del mismo modo, el atractivo indiscutible de sus playas, su costa, y su orografía también son otro de los encantos que cautivan al viajero. Y lo hacen llegando a conquistar a todos quienes se acerquen, ya que desde las propuestas de turismo familiar pensado para todos y con dos rutas especiales para los más pequeños disponibles a través de divertidas y prácticas APP’s hasta los recorridos más específicos, conforman una variada oferta que a nadie deja indiferente.
Además, durante todo el año, propuestas como las visitas o rutas teatralizadas o los distintos festivales y eventos culturales que se realizan suponen un aliciente que permite realizar rutas a medida de gustos y por supuesto también de los más exquisitos paladares. Ya que no podemos olvidar que esta localidad mediterránea, además de contar con una extensa oferta hotelera y de restauración amplia para todas las economías, también se caracteriza por un dinamismo que contagia a todos los profesionales del sector y que se traduce en muchas ocasiones en jornadas gastronómicas que aúnan producto con alta cocina o tradición con rutas de tapas y pinchos generando un todo único en el ámbito del turismo.
Mención a parte merecería su imagen más emblemática, la del castillo de Benedicto XIII, el Papa Luna y que se ha convertido en escenario de innumerables festivales y acontecimientos culturales de ámbito internacional. Una ciudad infinita, plató de sueños y realidades que resulta imprescindible en la ruta de cualquier viajero ya sea amante del cine, el mar, la gastronomía, la cultura o la historia y que además permite crear el mejor guion para el estreno más inolvidable de la filmografía personal.