Se trata de una propuesta del catedrático de Ingeniería de la Construcción de la Universidad Politècnica de Valencia Víctor Yepes, quien trabaja en modelos de capacidad de carga de las playas para determinar su aforo y sostiene a Efetur que “el uso de las playas en plena pandemia va a ser distinto al que estamos acostumbrados”.
Yepes es uno de los expertos de la comisión científica impulsada por la Generalitat Valenciana para aportar ideas que implementen el protocolo para minimizar el contagio en el que trabaja a nivel nacional el Instituto de Calidad Turística Española (ICTE) y poder “afrontar los retos y ayudar a los ayuntamientos en la toma de decisiones”, indica el secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer.
“Va a ser un verano distinto, hay que aclimatarse y ya vendrán tiempos mejores”, asevera Colomer, para quien “hay una herramienta que no falla, la autorresponsabilidad y aplicar la capacidad de ser solidarios y de pertenecer a una comunidad”.
Para Yepes, “entre permitir el uso sin restricciones en la playa a la prohibición completa, existen opciones intermedias que permiten compatibilizar un uso seguro del espacio y la actividad económica”.
“La propuesta es de sentido común”, apunta el experto, que detalla que “en algo tan aparentemente sencillo como calcular el aforo incluyen muchas variables”, desde la temperatura de la arena, la velocidad y dirección de la brisa, el agrupamiento o cómo se usa cada zona de la playa. Por ello, desde la UPV se estudian soluciones que sean útiles ya este verano.
Resalta la importancia del dato del aforo “porque una vez determinado, se pueden usar sistemas inteligentes y aplicaciones que te dicen en tiempo real la ocupación, lo que permite a los responsables la toma de decisiones para el control de acceso”.
En sus estudios han advertido “algo totalmente evidente: la direccionalidad en el movimiento hace que el riesgo de contagio disminuya”, y circular por la derecha no es una propuesta nueva, es de sentido común y en muchos municipios ya utilizan reglas así “para ordenar la circulación de las personas en las calles”.
Dos pasarelas y un corredor libre en la orilla
Por eso su propuesta plantea, entre otras medidas que se están desarrollando, que las zonas de acceso a las playas, habitualmente con pasarela de madera en aquellas muy anchas para evitar “quemarse” con la arena, estas deberían duplicarse: “Una de entrada y separada a 2 o 3 metros, otra de salida, preferiblemente junto a las duchas o lavapiés”.
Lo mismo ocurre en la zona “activa”, la que está junto a la orilla y que la gente utiliza para pasear: “Habría que dejar despejado un corredor de al menos diez metros donde los bañistas no puedan colocar la toalla ni la sombrilla y la circulación sería también por la derecha”.
“Son aspectos sencillos pero que sirven para empezar a estudiar la ocupación máxima que sería segura en la playa”, subraya, a la vez que apunta que igual se debería mantener esa circulación peatonal por la derecha en los paseos marítimos.
Estas soluciones serían un modelo simplificado para “resolver un problema complicado en un corto periodo de tiempo”, advierte el catedrático, que incide que sería de aplicación en playas muy masificadas en verano y no en aquellas naturales o de más difícil acceso.
Por este motivo se ha emprendido el estudio de un modelo detallado que tenga en cuenta todas las variables que influyen en el fenómeno y que se pudiera aplicar a cada una de las playas.
“Son recomendaciones sencillas y habrá que afinar en cada playa; eso es responsabilidad de los ayuntamientos porque los técnicos municipales son los que mejor conocen su funcionamiento”, defiende para reclamar, también, un “esfuerzo colectivo” para que “las playas sean seguras con la colaboración de todos”.