Vila-real: patrimonio religioso, fútbol y buena cocina

La segunda ciudad de la provincia de Castellón, a la orilla del río Mijares, tiene historia, patrimonio, deportes y una amplia oferta gastronómica

Vila-real, capital de la comarca de la Plana Baixa i  segunda población en número de habitantes de la provincia de Castellón es una ciudad dinámica, abierta y acogedora, por sus gentes y su tamaño medio. Está perfectamente comunicada y cuenta con un agradable clima mediterráneo que invita a visitarla en cualquier época del año.

Los puntos fuertes de la ciudad se basan en el patrimonio religioso, el deporte y la gastronomía. Además,  su situación geográfica a la orilla del Mijares ofrece también la posibilidad de disfrutar de la naturaleza en parajes como el Termet de la Virgen de Gracia enclavado en el Paisaje Protegido de la Desembocadura del Mijares.

Vila-real, con su pasado citrícola aún presente, se ha convertido en una de las ciudades más importantes en cuanto a la industria cerámica. Además, desde hace alrededor de 20 años es internacionalmente conocida por su equipo de fútbol, el Villareal CF.

Ciudad histórica y patrimonial

El rico patrimonio histórico y religioso de la ciudad es uno de sus principales atractivos turísticos. Este año, Vila-real ha celebrado el congreso de la Ruta del Santo Grial, que congregó a importantes expertos en la materia. También celebra la Semana Santa local y cuenta con una importante colección de arte religioso atesorada por el Hijo Predilecto Vicente Llorens Poy.

Entre ese patrimonio destacan el Ermitorio de la Virgen de Gracia, edificio representativo de la arquitectura popular mediterránea, alberga una importante muestra de la azulejería medieval, renacentista y barroca y un museo etnológico y se encuentra rodeado de un paraje natural que invita a visitarlo y a perderse dando un paseo. La Iglesia arciprestal de San Jaime, de estilo noclásico, es la mayor de su categoría en España y fue construida entre 1752 y 1779. Su planta barroca está revestida de ornamentación neoclásica y cuenta con tres amplias naves de igual altura. El campanario octogonal de su fachada principal fue erigido en 1682 junto a la antigua iglesia medieval. Por último, la Basílica menor y el convento de clarisas de San Pascual Baylón, que guarda los restos de este santo. Destaca el sarcófago, la imagen de plata y la celda donde murió, además de los escudos de Carlos II y Juan Carlos I y las 84 campanas de sus dos torres. El templo actual es de nueva construcción ya que el anterior fue destruido en la Guerra Civil.

20 años en el mapa del fútbol internacional

El Villareal CF, máximo club deportivo de la ciudad, cuenta con 42 equipos en competiciones oficiales. Su primer equipo, que juega en la primera división del fútbol español, empezó a consolidarse con su segundo ascenso a primera en 1999. Desde entonces, ha llegado a competir en Europa, tanto en UEFA como en Champions League y la temporada 2007/2008 consiguió su máximo logro, el subcampeonato de liga.

Juega sus partidos en el que desde 2017 se llama El Estadio de la Cerámica por causas de patrocinio y en referencia a la industria predominante en la provincia. Además, el club cuenta con una importante Ciudad Deportiva donde entrenan todos sus equipos y donde se forma la cantera del Villarreal que se ha convertido en un referente europeo en los últimos años.

Cocina mediterránea

Vila-real ofrece una amplia y variada oferta gastronómica. La cocina de esta localidad se elabora con productos que están ligados a su tradición agrícola. El arroz, ingediente principal en gran parte de la gastronomía de la zona de levante, se puede comer de diferentes formas. La más conocida, la paella valenciana, pero igual de apetecibles el arroz al horno, caldós, empedrao o a banda.

El conejo con caracoles o la típica xulla, que se cocinan tradicionalmente en las noches de lunes de las fiestas patronales, son otros de los platos de la gastronomía local, regada con los excelentes vinos de la provincia o la exquisita cerveza con piel de naranja nacida en Vila-real. De postre, no faltan en las pastelerías dulces como la típica pilota de frare o el Pasqualet, que recibe su nombre en honor al patrón local.